TRIBUS DE LA ZONA Y HÁBITOS DE VIDA

Cómo y cuándo hizo su aparición el hombre en el continente americano, ha sido tema de intenso estudio y largas controversias. Diversas han sido las opiniones emitidas. Desde la hipótesis del origen autóctono, es decir, que sitúa su origen en propia tierra americana, hasta la otra versión, la más admitida, que remite el asunto a procesos migratorios realizados durante milenios, a partir del continente asiático y a través del actual Estrecho de Behring, hace unos 50 ó 60.000 años.

Para esa remota época no existía el Estrecho de Behring, sino que un istmo establecía un puente de unión entre ambos continentes. A raíz de la última desglaciación y por aumento del nivel del Océano Ártico, se produjo la cubierta del istmo por las aguas, quedando separadas ambas regiones por un brazo de mar. Oleadas de seres humanos fueron progresivamente invadiendo las tierras del nuevo continente en una ininterrumpida marcha desde el Norte hacia el Sur. Pertenecían a la época cultural, llamada edad de piedra o edad lítica (Litos-piedra) porque solamente usaban como instrumentos manuales defensivos u ofensivos, las piedras, ya en un estado bruto (Paleolítico), o bien, como piedra tallada (Neolítico). Eran nómadas, viajaban constantemente en busca de subsistencia y distribuidos en grupos más o menos numerosos, dirigidos por un jefe considerado como el más capaz o el más valiente. Acampaban a orillas de los ríos o cerca de las playas donde era más fácil la obtención de alimentos. En su mayor parte eran cazadores y recolectores. Desconocían la agricultura, y como base o estructura social estaba el clan familiar.

Posiblemente, hace unos 25 ó 30 mil años, estas huestes nómadas primitivas penetraron en tierras venezolanas, siguiendo las vías fluviales de los grandes ríos o por la vía del mar. Acamparon y se establecieron en la región de nuestro país, provenientes del Sur, por las cuencas del Plata, del Amazonas y del Orinoco; y desde el Oeste por la cuenca del Magdalena, y a través del mar de las Antillas, por embarcaciones primitivas, situándose de preferencia y por razones de sobrevivencia más fácil y segura, a orillas de la costa marina y al nivel de las vías fluviales que le permitían agua permanente y más seguridad.

También se ha citado como posibilidad de poblamiento extra continental la llegada de elementos humanos de la Polinesia y Melanesia a través del Océano Pacífico. Esta variante de migración oceánica, si tuvo lugar, fue quizás posterior a la ocurrida a través del Estrecho de Behring. Para una mejor comprensión y definición de los primeros pobladores, designaremos a los primitivos habitantes del continente como proto-indios, los más antiguos (proto-primero: indios, nombre con que designó Colón, equivocadamente, a los habitantes del Nuevo Mundo).

Posiblemente, los primeros habitantes de la región que hoy constituye el Estado Sucre, fueron elementos humanos provenientes del Sur por el Orinoco y saliendo por el delta del gran río llegaron por la costa de Paria, y a través de los caños, más caudalosos entonces, pudieron penetrar al interior y llegar hasta el Golfo de Cariaco, atravesando las zonas bajas de los valles de Cariaco y Casanay. Otros hicieron su poblamiento siguiendo las rutas marinas, acampando y estableciéndose en toda la costa, siempre cerca de las fuentes de agua dulce. Su cultura, como la de todos los proto-indios, era rudimentaria; vivían de la caza y de la recolección de moluscos, y probablemente de la pesca, usando arpones primitivos formados por una larga vara con un extremo agudo o adaptándole una punta de hueso o de piedra previamente tallados. Desconocían la agricultura hasta que la dedicación a la vida sedentaria los hizo agricultores.

A medida que se desarrollaba su cultura, fueron utilizando nuevos métodos de vivienda. A la pesca por arpón le sucedió la pesca por redes, hechas de hilo de algodón trenzados. Conocieron el arco y la flecha como métodos de la caza menos peligrosos y más efectivos. Aprendieron a construir cabañas de palma para cobijarse del sol y de la lluvia, y una vida social menos primitiva sustituyó el clan familiar, uniéndose diferentes familias con una misma lengua y raza, en agrupaciones más o menos numerosas que formaron las tribus. De este modo y progresivamente, en unos diez o doce mil años, nuestros antepasados fueron escalando una mayor preparación cultural. Conocieron la cerámica y practicaron el comercio intertribal a través del trueque. Como ejemplos, las tribus vecinas a la región de Araya y Manicuare, cambiaban por sal y pescado, otros alimentos como la carne, más frecuentemente en las zonas vecinas del Sur.

Aprendieron el cultivo de la yuca y diferenciaron muy bien sus dos variantes: la amarga la usaron para producir uno de sus alimentos, el casabe, previa extracción del zumo venenoso en tubos tejido de fibras, de forma alargada, llamado sebucanes, y el residuo fibroso lo extendían en grandes y redondos utensilios de arcilla, previamente cocidos, que llamaban budares. La yuca dulce, no venenosa, la usaron directamente para la alimentación. Conocieron el maíz, con el cual preparaban otro tipo de alimento que llamaban arepa. No tenían escritura, se pintaban el cuerpo con colorantes variados, especialmente el obtenido del Onoto o Caituco. Generalmente andaban desnudos, aun cuando en algunas tribus las mujeres usaban pequeños faldellines y los hombres una especie de taparrabo, para cubrir sus órganos sexuales.

Se designa con el nombre de paleo-indios y de meso-indios, a las culturas que sucedieron a los primeros pobladores, los proto-indios. Huellas de esas culturas se han encontrado en excavaciones hechas en el Estado por investigadores nacionales y extranjeros – muy especialmente profesores de la Universidad Central de Venezuela, Cruxent, Mario Sanoja e Iraida Vargas, entre otros – en varios sitios preferentemente en la región de Manicuare, (se hallaron restos de cerámica emparentada con la cultura Barrancoide y Saladoide, originarias de las regiones de Barrancas y El Salado, de los Estados Bolívar y Anzoátegui) en la zona del Peñón, en Cumaná, donde hallaron restos de conchas provenientes de recolectores primitivos y en las zonas llamadas El Cuartel, El Mayal y Puerto Santo, cerca de Carúpano, donde se encontraron también restos de cerámica tipo Saladoide.

En cuanto a las creencias religiosas, adoraban al sol, a la luna y a las fuerzas de la naturaleza, a las cuales temían. Poseían sacerdotes llamados Piaches, los cuales eran, al mismo tiempo, brujos y médicos. Su medicina era empírica, espiritualista y naturalista. Las enfermedades eran producidas por espíritus malignos a los cuales era necesario expulsar o conjurar. Esto sabían practicarlo los Piaches. Usaban algunas plantas como terapéuticas, y los conocimientos se transmitían por vía familiar entre los Piaches, los cuales vivían algo apartados del poblado. Celebraban como fiestas sociales los matrimonios y los nacimientos, fiestas en las cuales se emborrachaban con bebidas fermentadas preparadas a base de cereales, como el maíz, y de algunos frutos de la región.

Las ceremonias funerarias variaban según la jerarquía del difunto. Cuando moría un cacique o un personaje importante, los ritos duraban varios días. El cadáver era sometido a la acción del fuego y sus huesos pulverizados. Las cenizas se mezclaban con una bebida en cuya composición figuraba la grasa destilada del cadáver, bebida que se repartía entre los asistentes. Los individuos de menor jerarquía, eran enterrados junto con sus pertenencias. Algunas tribus desenterraban los huesos al cabo de un año y luego los quemaban.

En los matrimonios y nacimientos, los familiares y amigos se emborrachaban. En cuanto a su organización social, estaba basada en la familia. Como los matrimonios eran casi siempre entre miembros de tribus afines, cada organización era como un grupo familiar con costumbres y lenguas comunes, así como su integración social. El jefe era el cacique, que gobernaba generalmente asesorado por un consejo de ancianos. El cacique se escogía por su valor o también por su riqueza. La poligamia era frecuente, especialmente en los caciques y jefes principales. Incluso poseían harenes y eunucos, como los árabes. El título de cacique no siempre era hereditario. Las viviendas eran de paja y palma.

Citan los primeros descubridores que en la zona del Golfo de Cariaco las casas eran redondeadas. En medio del caserío había una habitación mayor que las demás, donde vivía el cacique. En cambio, en la zona de Paria, las viviendas eran de dos aguas, es decir, con caballetes central horizontal. Se desconoce desde luego, el número de habitantes que poblaban la región. Citan los primeros cronistas, que a la llegada de los españoles por primera vez, tanto a la vista de Paria como en la zona de Cumaná, «acudieron numerosos indígenas a contemplarlos». Las mujeres usaban adornos de oro y perlas, lo que despertó la codicia de los conquistadores.

A la llegada de los conquistadores en el siglo XV (1492 – 1498), la población que habitaba la región sucrense estaba constituida por tribus indígenas con denominaciones diferentes asentadas, preferentemente, en las costas y en los fértiles valles del Centro y del Este. Las riberas del Golfo de Cariaco y el Golfo de Paria, especialmente hacia el Delta del Orinoco, estaban densamente pobladas. La etnia o sea la constitución racial, no era de ningún modo característica especial para su individualización, ya que en el curso de los años transcurridos se habían verificado mezclas de tipos raciales diferentes, constituyéndose un mestizaje aborigen.

Es difícil conocer los verdaderos nombres de muchas de las tribus que conformaban la primera «nacionalidad», y el sitio exacto de su ubicación, porque frecuentemente los frai1es misioneros, los colonizadores y conquistadores, confundieron nombres y lugares, haciendo partícipes de esta confusión a los primeros cronistas que tuvieron precisamente como fuentes los datos aportados por aquéllos.

En ocasiones, denominaban a tribus distintas con el mismo nombre, por cuestiones de vecindad. Otras veces, confundían el nombre de la tribu con el del cacique o del lugar de su asentamiento o por otras características. Son ejemplos de ello, el nombre Cumanagoto, que deriva del río de la región de Cumaná, a pesar de que sus componentes habitaban la zona comprendida hacia el Sur-Oeste, entre Santa Fe y Pozuelos, del Estado Anzoátegui. Píritu es derivado de una palmera del mismo nombre, muy extendida en el país. Guaiquerí, proviene de los términos Guaica o Waica, que quiere decir arpón, y kiri, que quiere decir hombre: hombres que utilizaban el arpón.

La conformación racial, mezcla de tipos diferentes, fue determinada por el cruce de dos elementos tipológicos determinantes, los cuales influyeron política, social y militarmente sobre los componentes étnicos primitivos. Estos dos elementos raciales fueron en orden de llegada y de su dominio sobre los anteriores pobladores: los Aruacos o Arawacos y los Caribes.

Los Aruacos hicieron su entrada desde el Sur, siguiendo la vía de los grandes ríos y a través de los llanos centrales irrumpieron en la región nor-oriental. Probablemente provenían de la parte Sur del continente y fueron empujados hacia el Norte por grupos invasores con mayor fuerza militar y con mayor cultura. Lo más aceptado es que unos 1.500 años antes del descubrimiento, los Aruacos hicieron su aparición en territorio venezolano, sojuzgando los pueblos ya establecidos a los cuales impusieron su dominio. Son características de ellos la estatura mediana, cara redonda, pelo liso y cuerpo musculoso. Poseían una cultura más avanzada que la de los pueblos por ellos dominados. Este poder Aruaco se debió a que encontraron en el territorio que hoy constituye la nación venezolana, a un conjunto de pueblos que hablaban lenguas distintas y poseían diferentes costumbres; presentaban diferentes grados de cultura. Dentro de un estado de primitivismo relativo «era un mosaico étnico y cultural que abarcaba desde las formas más simples del vivir humano, el nomadismo recolector, hasta una organización social bajo un jefe; con actividades neolíticas, y una incipiente agricultura». (Pablo Vila, Geografía de Venezuela. Capítulo XXIX).

Se presume que la invasión Aruaca, constituyó la última inmediata, antes de la Caribe. Como hemos mencionado, los primeros grupos, empujados de Sur a Norte, entraron por el corredor del Orinoco. Invasiones posteriores pudieron hacerlo desde el macizo andino, así como también, por el Atlántico a través del Amazonas. Las poblaciones aborígenes fueron empujadas a su vez hacia la costa o se dispersaban por el interior del país, siendo prácticamente asimiladas por la nación invasora, perdían, así, su identidad racial y lingüística, no siendo posible hasta ahora definir a cuál grupo idiomático pertenecieron.

Una última invasión fue la de los Caribes. No se sabe con certeza de dónde provenían. Algunos los suponen originarios de las Antillas o de las tierras continentales del mar Caribe. Otros creen que provinieron también del Sur. Lo cierto fue que unos 1.000 años antes de Colón, los Caribes, en oleadas sucesivas, penetraron el territorio desde el mar, ya por el Norte, Mar de los Caribes o por el Atlántico, al cual salieron siguiendo las vías fluviales del Orinoco y del Amazonas.

Contrariamente a los Aruacos, eran gente de elevada estatura, delgados, de tez clara y pelo liso, al cual dejaban crecer hacia atrás. Fue una raza de costumbres guerreras, valientes, audaces y con grandes conocimientos marinos. Puede asegurarse en base a los datos expuestos, que para la época del descubrimiento, los diferentes grupos étnicos que poblaban esta entidad federal, estaban formados por todo un conjunto de agrupaciones tribales que tenían como nexo común una unidad lingüística basada en la lengua hablada por los Caribes, incluyendo los dialectos diferentes entre una tribu y otra. Esta unidad idiomática configura una identidad de rasgos afines que ha permitido a los antropólogos clasificar a nuestros diferentes grupos en una sola gran familia que es la Caribe.

Desde luego que esta unidad idiomática no correspondía a una unidad racial ni en cuanto al aspecto físico, costumbres, tradiciones, religión, etc. Por ello, algunos autores, especialistas en la materia, conservan para los verdaderos Caribes, el nombre original de Kariñas, reservando el nombre de Caribe a esa «gran familia» de tribus no originariamente Caribes, pero que están vinculadas por las raíces idiomáticas.

Marc de Civrieux, investigador de la Universidad de Oriente (U. D. O.), expone textualmente: «Hacia fines del siglo XVIII, el jesuita italiano Gilij, realizó el primer estudio comparativo de las lenguas indígenas habladas en la región del Orinoco y encontró similitudes entre las lenguas de los verdaderos Caribes y de varias otras tribus. Los lingüistas posteriores, como Von Marthius (1861), Von den Steiner (1886) y Adan (1839), ampliaron estos estudios y c1asificaron científicamente diversos troncos lingüísticos y agruparon el conjunto de las lenguas parecidas al verdadero Caribe en una «familia caribe». De este modo, quedó sembrado el germen de una grave confusión que perdura todavía entre los Caribes y otros grupos lingüísticamente afines, a los cuales conviene aplicar el nombre de Caribanos. Como resultado de esta lamentable confusión, los autores modernos han olvidado la verdadera identidad de la tribu que históricamente fue la más importante en Venezuela, la han sepultado en el anonimato de las tribus caribanas y han causado con ello un daño considerable a la debida comprensión de la etno-historia venezolana en general». (Los Caribes en la Conquista de la Guayana Española – Etno-historia Kariña – Marc de Civrieux).

Algunos nombres de las diferentes agrupaciones tribales que estaban distribuidas en el territorio del estado Sucre son: Guayqueríes – Cumanagotos – Chaimas – Chacopatas – Pariagotos – Coares o Tapacoares – Guaraúnos.

El sufijo goto designa lugar de procedencia o sitio de ubicación. Así, los Pariagotos ocupaban o procedían de la región denominada Paria. Igual significado tiene el término Cumanagotos: oriundos o habitantes de la región de Cumaná. Respecto a su sitio de residencia, estaban distribuidos en zonas determinadas, distribución condicionada por sus tradiciones, costumbres y hábitat. Los Pariagotos, como ya dijimos, ocupaban casi toda la extensión de la Península de Paria; los Guayqueríes, pescadores y marinos por excelencia, en la costa Norte y en el Golfo de Cariaco. Estaban emparentados con Los Guayqueríes de Margarita y de las islas de Coche y Cubagua; los Chaimas estaban ubicados hacia el Sur-Este en la vecindad de la región de Caripe y San Antonio de Maturín; los Chacopatas – probablemente originarios del Sur –, en la zona central; los Guaraúnos, en la región de los caños, cerca del Delta del Orinoco; los Coares y Tapacoares, en la región Sur-Este.

Los Cumanagotos, para la época de la colonización se habían desplazado hacia el Sur-Oeste, ocupando parte de la región de Pozuelos y Guanta, en el Estado Anzoátegui, en la vecindad de los indios Píritus. Para el etnólogo Julio C. Salas, la familia Cumanagota se extendía desde Paria hasta Unare, en las cercanías del Cabo Codera, ocupando una extensión de costa que los españoles designaron indistintamente con los nombres de Maracapana o Maracapaná. Textualmente, describe el autor: «La tierra comprendida entre la extremidad de la península de Paria y del Cabo Codera tenía por nombre Curiana, Maracapana, Paria, Píritu y Cumaná. De este último se apellidó la familia de que nos ocupamos (los Cumanagotos), la cual está dividida en parcialidades. Según Las Casas y el Padre Ruiz Blanco, pertenecían a esa familia por nexos estrechos entre sus diversas lenguas y costumbres, los Tamanacos, Tapacuares, Chacopatas, Píritus, Palenques y otras naciones menos importantes» (Tierra Firme, Etnología e Historia. 1971. Julio C. Salas.)

Es necesario mencionar que el citado autor escribió su obra a comienzos de este siglo, en 1908 – pero es justo reconocer que ya admitía la unidad lingüística que caracteriza a la Gran Familia de los Caribes, a la cual pertenecen las distintas tribus mencionadas, incluyendo la Cumanagoto.

Respecto a sus costumbres, hemos mencionado algunas anteriormente: iban desnudos, salvo el taparrabo o rnaritur, que usaban hombres y mujeres. Las doncellas se fajaban los miembros inferiores al nivel de las pantorillas para procurarse el engrosamiento de los muslos, que para ellas era signo de belleza. Usaban collares de hueso, de conchas marinas o de perlas, tan abundantes en el golfo e islas vecinas. Usaban también pulseras, aretes, discos y triángulos sobre el pecho.

Los matrimonios, como ya se dijo, formaban parte del rito familiar. No podía efectuarse sin el consentimiento del cacique o el jefe de la familia. Era precedido el enlace nupcial por un período de ayuno por parte de la novia y era privilegio del Piache desposar primero a la novia antes que el marido.

Eran buenos agricultores y cazadores. Cultivaban además de las dos variedades de yuca, el maíz y algunos tipos de leguminosas: caraotas y frijoles. El algodón era materia de especial cultivo porque lo necesitaban para diversos usos, así como tubérculos: batatas, mapueyes, etc.; del mapuey, llamado Chacopati – para algunos el término Chaco-pata deriva de esta planta –, extraían un jugo que fermentado producía una especie de vino. Cultivaban también el tabaco y el cacao.

Sus armas eran, además de las f1echas y el arco, las macanas y lanzas con o sin puntas envenenadas. Sólo usaban el veneno durante la guerra.

Todas estas tribus demostraron valor y coraje durante la conquista. Defendieron heroicamente cada porción de su territorio y sólo cedieron a la superioridad de las armas de los conquistadores, y a las influencias de los frailes misioneros que, con ejemplo y perseverancia, realizaron una brillante colonización pacífica, opuesta desde los comienzos a la criminal explotación de los conquistadores y explotadores perleros, los cuales prácticamente realizaron un genocidio entre las valerosas tribus aborígenes del Oriente venezolano.

Como los Reyes de España – Fernando e Isabel – del tiempo del Descubrimiento, promulgaron leyes protectoras de los indios, que por otra parte no se cumplían, los mercaderes de esclavos explotaron para su propio beneficio la información mal intencionada del canibalismo de los Caribes y como dichas leyes permitían la esclavitud para castigar cl canibalismo, etiquetaron de caníbales a toda la familia Caribe, justificando así su ignominioso proceder. «No comer carne humana», decían los Cumanagotos en su primitivo castellano, pero el esclavista y explotador perlero, atento a sus propios intereses, regó con sangre india el suelo que fecundó en el mestizaje indo-hispano-africano el germen de la independencia definitiva y de la identidad nacional.

HISTORIA DEL ESTADO SUCRE
Autor: José Mercedes Gómez ()
Ediciones de la Presidencia de la República – Caracas. 1981